Univision: Cómo el senador Álex Padilla se ha convertido en el mayor defensor de los inmigrantes en el Partido Demócrata
Por Stephen Groves
El presidente Joe Biden tenía una consulta: “¿Es verdad?”, le preguntó al senador Alex Padilla, sobre si un cuarto de los alumnos estadounidenses desde jardín de infantes hasta la escuela secundaria son hispanos.
Padilla contó que la pregunta se la hizo el presidente mientras esperaban en una habitación trasera de una biblioteca en Culver City, California, antes de un evento en febrero.
Era exactamente el tipo de oportunidad que Padilla esperaba tener con el presidente. Biden estaba sopesando su estrategia de campaña, si emitir acciones ejecutivas endureciendo la política de inmigración y cómo afrontar la gestión de una frontera sur que ha estado marcada por cifras históricas de cruces ilegales durante su mandato.
Padilla quería asegurarse de que Biden también tuviera en cuenta el potencial de los inmigrantes del país. “Señor presidente, ¿sabe cómo los llamo a esos estudiantes?”, Padilla recordó haber dicho: “La fuerza laboral del mañana”.
Esa fue solo una de las muchas veces que Padilla, senador por California, aprovechó la oportunidad: desde momentos cara a cara con el presidente hasta llamadas regulares con altos funcionarios de la Casa Blanca y, a veces, críticas abiertas en público, para poner su sello en el enfoque del Partido Demócrata hacia la inmigración.
Hijo de inmigrantes mexicanos y primer latino en representar a su estado en el Senado, Padilla ha surgido como una fuerza persistente en un momento en que los demócratas se centran cada vez más en la seguridad fronteriza y la postura del país hacia los inmigrantes es incierta.
La inmigración: ¿crisis u oportunidad?
La inmigración ilegal es vista como una crisis política creciente para los demócratas después de que las autoridades tanto en la frontera como en las ciudades de todo el país han tenido dificultades para manejar los recientes aumentos de llegadas.
Es posible que el partido también esté perdiendo el favor de los votantes hispanos en medio del desencanto con Biden. Pero Padilla, en una serie de entrevistas con The Associated Press, expresó su optimismo sobre la capacidad de su partido para ganar apoyo en las comunidades de inmigrantes.
“No tengan miedo, no sean reacios a hablar de inmigración. Hay que apoyarse en eso”, dijo Padilla. “Porque, en primer lugar, es lo moralmente correcto. Y, número dos, es clave para la fortaleza, la seguridad y el futuro de nuestro país”.
El senador ha tratado de atraer a sus compañeros demócratas en esa postura incluso cuando la política de inmigración se vuelve cada vez más tóxica. Donald Trump, el virtual candidato presidencial republicano, ha dicho que los inmigrantes que ingresan ilegalmente a Estados Unidos están “envenenando la sangre” del país y acusó a Biden de permitir un “baño de sangre” en la frontera sur.
Mientras tanto, Biden se ha desplazado hacia la derecha en ocasiones tanto en las políticas como en el lenguaje que está dispuesto a utilizar a medida que los cruces fronterizos ilegales se convierten en una vulnerabilidad para su candidatura a la reelección.
Tal fue el caso cuando Biden, durante su discurso sobre el Estado de la Unión, entabló un intercambio improvisado con la representante Marjorie Taylor Greene, republicana de Georgia, y se refirió a un venezolano acusado de matar a un estudiante de enfermería en Georgia como un “ilegal”, termino muy criticado por los defensores de los derechos de los extranjeros en el país.
Luego del discurso, Padilla discutió sobre el momento con el representante Tony Cárdenas en el apartamento que comparten en Washington DC. Los dos, que se conocen desde sus inicios en la política de Los Ángeles, ahora forman una extraña pareja política mientras están lejos de sus familias en California.
Esa noche, dijo Cárdenas, su conversación se centró en cómo querían que los políticos evitaran etiquetar a los inmigrantes como “ilegales” porque eso los privaba de dignidad. Padilla le dijo que llamaría a la Casa Blanca. “Es el tipo de persona que interviene y da un paso al frente”.
Es un papel difícil de desempeñar, especialmente ahora que los demócratas intentan apuntalar lo que se considera una debilidad en la seguridad fronteriza en los estados en disputa que determinarán el control de la Casa Blanca y el Congreso.
Incluso en California, los republicanos se han envalentonado en materia de inmigración mientras intentan reafirmar su relevancia a nivel estatal, dijo Mark Meuser, un abogado que perdió las elecciones contra Padilla para el Senado en 2022 y secretario de Estado de California en 2018. Meuser cree que los principales demócratas de California como Padilla “están avanzando con fuerza hacia los extremos de su partido”.
Padilla una voz contra endurecer las políticas de inmigración
Padilla ha instado al presidente y a sus compañeros demócratas a que se mantengan firmes en que las medidas de control fronterizo vayan acompañadas de reformas para los inmigrantes que ya se encuentran en el país.
Durante las negociaciones del Senado a principios de este año sobre la política fronteriza, Padilla se consolidó como líder de los congresistas críticos desde la izquierda.
Junto con otros cuatro senadores demócratas alineados con él, finalmente votó en contra del avance del paquete negociado con republicanos para aprobar duras medidas antiinmigración, asegurando su fracaso ya que muchos republicanos también lo rechazaron.
“Él es una voz solitaria pero es una voz valiente en el Senado”, dijo Vanessa Cárdenas, quien dirige la organización de defensa de la inmigración America’s Voice.
Ha sido un ascenso rápido para Padilla, quien recién comienza su cuarto año en el Congreso, pero no sorprende a quienes lo conocen desde sus días en la política de California.
“Siempre ha sido brillante en ser capaz de navegar el espacio, unir a la gente y ser un actor constructivo”, dijo John A. Pérez, quien fue presidente de la Asamblea de California mientras Padilla estuvo en el Senado estatal. “Con Álex no recibes críticas sin una alternativa”.
Cuando se graduó en 1994 con un título en ingeniería del Instituto Tecnológico de Massachusetts, fue un sueño cumplido para sus padres: su padre era cocinero de comida rápida y su madre era limpiadora de casas. Pero pronto se vio arrastrado a la política cuando la atención del estado se centró en la Proposición 187, una medida electoral de 1994 que fue aprobada para negar educación, atención médica y otros servicios que no fueran de emergencia a los inmigrantes que ingresaron al país ilegalmente.
Sus partidarios la llamaron ‘Iniciativa salvar nuestro estado’. Padilla todavía recuerda los anuncios de la campaña. “Tratar de culpar de una economía en decadencia a las personas más trabajadoras que conozco fue ofensivo y un ultraje”, dijo.
Ahora ve paralelos entre la California de la década de 1990, que aprobó la medida electoralista que luego invalidó un tribunal federal, y el país en general: cambios demográficos, incertidumbre económica y oportunistas políticos que convierten a los inmigrantes en chivos expiatorios.
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